
Todo el pueblo estaba engalanado hoy para recibir a su patrón.
Una gran banda se encargaba de poner la música en la procesión.
Las reinas de las fiestas estaban ya nerviosas para empezar el gran desfile.
Todas las señales indicaban que ya no había otro camino: ¡había que darlo todo!
La virgen de los Milagros, engalanada con luz y flores, es empujada en su trono a ruedas por las expertas manos de hombres y mujeres, mientras ni las más pequeñas en el pueblo quieren perder la oportunidad de ver la procesión con sus peinetas desde el carricoche...

Un gran acontecimiento que nos ha llenado hoy.